jueves, 17 de junio de 2010

Cuentos de Tavern II


- ¡¡¡Eriiiiiiiic!!! ¿¡Dónde andas maldito bastardo!?

...

Se hizo el silencio. El eje del mundo se detuvo durante una porción de segundo, una porción que parecía eterna, y hubiese jurado que en algún lugar del universo conocido, desde la zona Y hasta el sureste de Mandöla, alguien dejó de respirar para volverse y estampar su cabeza contra el suelo.

Un hombrecillo, que no llegaría ni al metro cincuenta subido en un taburete, pelo azabache enmarañado y brillante cual diamante pulido, o más bien, cual papiro bañado en aceite sobrante de haber frito pescado pasado, acababa de atravesar las puertas del acogedor infierno tavernés gritando como un poseso.

Sus ojos eran una mezcla curiosa de locura, ira y frenesí frenético que cualquiera de los visitantantes indefinidos de esos lugares oscuros llamados "loquicorios", o así me dijo el viejo loco Krothen que se llamaban...aunque ahora que lo pienso...no era el más indicado para responderme...en definitiva, cualquiera de esa panda de libres conejos saltarines descabellados hubiese deseado poseer para dar más credibilidad a su estado.

A pesar de su aspecto desaliñado: pantalones negros anchos y algo remendados, botines de piel de Knut con restos de lo que alguna vez fue una suela, camisa de lazo blan...lo que parecía haber sido blanco, cinturón lleno de arsenal y sombrero de ala ancha que ocupaba más que su cuerpo, se podría decir que era lo menos esperpento con lo que Sirlù se había topado en lo poco que llevaba su estancia en el pueblucho.

- ¿Eric?

- Señor, creo que se ha confundido, aquí no hay ningún Er...-soltó el bufón tirando por la borda todo el complejo proceso que el universo había experimentado.

-¡¡¡¿ERIIIIIIIC?!!!

- Eric es mi padre -dijo el crio refiriéndose a Sirlú sin apartar la mirada del hombrecillo -¡HA SALIDO, NO ESTÁ! ¡¡VUELVA MÁS TARDEEEE!!

- ¿LO QUÉ?

-¡¡¡QUE NO ESTÁ!!!

-¡¡¡GILITOSTÁ TÚ CRIAJO!!!

El joven negó varias veces con la cabeza cuando vió a Sirlú a punto de estallar en una carcajada que dejaría más sordo aún al "invitado".

- Déjame a mi...- soltó Sirlú como pudo, intentando guardar la compostura, se remangó y puso en práctica un idioma gesticular que llevaba tiempo perfeccionando, sería una grosería intentar describir tales gestos, asi que dejo al lector libre de imaginarlas, Sirlú prosiguió - ...Mi bu -en señoòOr, el tal E - ric al que llama a plen - oo pulmó - n no se encu - entr - a en este mom - ento en esta ha - bit -ación y d -udo mucho que po -rrr que grit - Ée más consiga alg- o, a parte de moles- tÁr a la vecíííind - adz...

El hobrecillo se había quitado el enorme sombrero y se quedó mirando al poetilla como quien mira a un perro a punto de echar la comida ingerida por el único lugar posible tras el maravilloso y complejo proceso de la digestión.

- El sombrero me tapaba los oidos imbécil.

La cara del poeta era un poema.

- Niño - refiriéndose a Alopher - ¿sabes cuándo volverá tu padre? tengo sabrosas noticas de Zainah, bueno sabrosas si cambias la recompensa por buñuelitos de Nae...

-Buñuelitos de Nae...- Sirlú no pudo evitar derramar una lagrimilla, llevaba más de tres días masticando oxígeno con aroma a hez de caballo-...un momento, ¿has dicho recompensa?.

-Recompensa he dicho, con la que podrías comer buñuelillos durante el resto de tu vida, de la del crio y sobrar para tu descendencia si es que no evito antes que exista. Necesito un escudero.

-¿Y de qué va exáctamente...ese trabajillo...? ¡Anda, un coletero! - se recogió el pelo - yo soy tu hombre - dijo iluminándose cual santa aparición.

Imagen: Os presentó a Sirlú, bufón de locos y cuerdos, tan solo un poeta...y protagonista loco de esta historia sin pies ni cabeza. (posiblemente esa es la cara que se le quedó tras su maravillosa intervención en Sirlunés)

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