sábado, 8 de octubre de 2011


La luz del crepúsculo se reiría de mi en una noche como esta en la que mis manos solo sirven para sostener pedacitos de esperanza esparcidos por la alfombra de hierba que enfría mis pies. La última vela se había consumido ya presa del frío de la habitación e incluso el cuervo se acurrucaba en una hendidura del gran ventanal. Adornaban la lámpara unos cristalinos carámbanos.
Aydan se lo había currado esta vez, si pretendía que jamás regresase a casa, lo estaba consiguiendo, esto no era solo un reto y a una ya le pesan los años.

Aún puedo escuchar la dulce melodía celta tocada burdamente por el tintineo de la nieve al caer, con una magia que haría llorar al mismo portador de luz.

"A través del tiempo, hacia la sombra dormida se oye una canción que ya no trae alegría; miles de voces con un halo de esperanza, canción de vida, de eterna llama.
El viento sopla sobre el bosque y la lluvia esta noche cae helada, y aquí yace mi único ser en fría tumba enterrada, corazón en mano, llama apagada." Corazón que más que nunca ansía volver a casa. (Vaya mierda de poesía...)

Escucha recomendada: Jennifer van der Harten - Both Sides the Tweed.

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