viernes, 8 de octubre de 2010

Cursor Aydan

DromnearthLa habitación parecía estar congelada y no podía conciliar el sueño, ¿o si? podría pensar que todo hubiese sido un sueño de no ser porque, en cierto modo, sabía que él siempre había estado ahí, tras la puerta, vigilándome y cuidando de mi en este mundo tan alejado de toda cosa perceptible por mi mente.

Cada vez que tenía un mal sueño, que las cosas iban mal, cada vez que estaba sola en la noche de mi habitación, ahí estaba él, camuflado entre las sombras. Sin embargo, fue esa noche, cuando supe que todo este tiempo había sido él, pues de haberlo sabido antes no habría pasado los años de mi infancia llamando a gritos a mi madre terrestre cada vez que aparecía.

Ya entrada mi singular adolescencia, en este mundo, durante una madrugada de otoño, un frío terrible inundaba la habitación, mientras jugaba con el vaho que salía de mi boca, mis lágrimas, anhelantes de volver a su hogar, ese hogar que de algún modo sabía que existía y que no era donde estaba, seguramente se hubiesen congelado de no ser porque allí estaba él una vez más.

Con los ojos cerrados, casi rendidos por el cansancio, noté cómo una mata de pelo rozaba mi mejilla suavemente. No hice caso alguno hasta que algo sobre mi cuerpo se acercó y me abrió los ojos con una especie de energía que penetró por todo mi cuerpo. Tonta de mi, me fue imposible pronunciar palabra, aunque tampoco hizo falta hacerlo.

Allí estaba, después de tantos años sin saber de él.

Su mata de pelo plateado me cubría la cara y no pude evitar ruborizarme cuando su nariz rozó la mía y me vi en sus profundos ojos azules, puedo decir que incluso me excitó pero no de esa manera en que las personas de este lugar se excitan. Subí al cielo, pegué un mordisco a la luna, di ocho mil vueltas a lo que ahora se que es el espacio 475H6 y caí en un estado entre un coma y la muerte. No sabía si mi cuerpo ardía o me estaba congelando por completo. No podía moverme.

Él se irguió y pude apreciar mejor su rostro, ese que había estado oculto todos estos años por la oscuridad que creaba mi mente vedada. Era lo más hermoso que había visto jamás...
Extendió su brazo hacia mi y quitándose el púrpúreo guante hecho de algún material cósmico que cubría su mano, abrió ésta invitándome a...

- Hola, me llamo Aydan y he venido a llevarte a un mundo nuevo.

Alargué el brazo...y volé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario