lunes, 4 de enero de 2010

Ulhä




Regresaba a casa, a su casa, a Ulhä...cada anochecer, para coger el sueño a través de sus mágicas sombras.

Tras andar durante todo el día dejó que la fuerza de la gravedad hiciese su labor a los pies de un tricentenario roble en medio de una de las purpúreas colinas del lugar. La noche comenzaba a teñir el techo del mundo mientras el viento cálido marchaba hasta la próspera mañana.

"Tal como vine, marcho a donde el lucero del alba me guie con su luz y calor, alla donde las estrellas no tienen cabida en el celeste"

La joven se recostó bajo la manta de estrellas, le dolía todo el cuerpo, amagullado, agotado tras un largo día de hacer un poco de nada por aquí y por allá.

"Yo arropare tus noches, y te proporcionare mi compañía, no menosprecies mis palabras ni tan siquiera mi grata compañía pues algun día oirás mi voz alejandose entre las tinieblas mientras ardes bajo el lucero."

En un instante se había cerrado del universo dejando volar su tortuosa mente. Solo pasaron unas horas, unos minutos, segundos...tan solo un instante quizas...cuando una dulce y alegre melodía hizo desaparecer la gracia de Morfeo.

Las hojas del viejo roble, las pocas que quedaban en lo más alto se movían alegremente al compas de aquella melodía a la desesperada de caer y servir de manto a la tierra que entre susurros las reclamaba.

La luna brillaba esa noche quizás como nunca había brillado, aquella luz intensa, cercano a un violeta profundo que solo los ojos de aquel que mirase con el corazón dormido podría percibir.

De nuevo sus tristes ópalos casi sellados se vieron interrumpidos por la alegre melodía pero antes de que pudiera hacer o decir palabra, frente a ella allí estaba, esos ojos violetas, mas oscuros y resplandecientes que la noche, ese cabello dorado arrancado de los mismisimos campos de trigo de Medea...allí estaba mirándola fijamente, clavando sus ojos en su corazón y haciendo vibrar su sangre manchada por sus venas.

-...aah...

- Shhh, ven. - dijo profanando los labios mas finos y rojos que jamás habia visto.

El muchacho de ojos morados cogió su mano y señaló la luna para que aquella voz dormida la mirase, aprendiese a amarla pues a partir de ahora iba a ser su única manta y refugio en su largo camino.

Comenzó a cantar...y antes de darse cuenta los 2 acababan de aparecer en lo que parecia una pequeña aldea. Una cálida hoguera reconfortaba el ambiente, mientras muejeres, hombres y niños iban de un lugar para otro. Unos cocinaban, otros se dedicaban a mirar...mientras sonaba aquella melodía y unos niños bailaban su desconcertante son bajo la luna violeta.

El jóven tiró de su brazo dolorido de cargar a su pálido compañero, que por cierto, ¿dónde estaba? le había dejado recostado y se había olvidado de él por completo...la estaba llamando pero ella tan sólo tenía oidos para aquella endemoniada melodía.

Tenía una extraña sensación, ya nada importaba, estaba rodeada de todo y nada, al socorro de una hoguera que calentaría hasta los carámbanos que tenía por manos y que su compañero se veía obligado a soportar. Estaba hipnotizada por la luz de aquella luna que no volvería a segar el celeste en mucho tiempo...y sus ojos se cruzaron en un haz de fuego provocado por el viento que azotaba la hoguera, el muchacho no se movía, era una situación bastante incómoda, ninguno hacía o decía nada, mas ¿acaso había algo que decir o hacer? fue entonces cuando miró realmente por primera vez esos ojos purpuras y la vió.

-Ev...v...a...

El orígen de todo aquel sueño, de aquella misteriosa melodía estaba ahí mismo, encerrada en esos ojos, suplicando que la liberasen. El beso duró un segundo de la eternidad y solo en ese espacio de tiempo pudo sentirla, mirarla directamente sin temor ninguno y tirar de su pequeña mano hacia ella.

...y sus ojos cegarían la visión de los hombres como si fueran el sol; y su beso, al alcanzarse, se retorcería acuchillando como el beso del relámpago...

Una parte de aquella visión purpúrea se había quedado incrustada en su pupila azul dispuesta a acariciar el mundo dentro de su nuevo instrumento musical.

Abrió los ojos y frente a ella seguía aquel muchacho, su pelo y sus labios parecían apagados y su rostro se había tornado más maduro, sin embargo, sus ojos brillaban más que la luz de la luna aquella noche.

-Ella ya se ha ido...ahora, regresa Ayle...volveremos a vernos.

La besó en la frente y la arrojó sin previo aviso a la ardiente hoguera. Todo ardió a su alrededor entre una nube de polvo morado.


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