domingo, 17 de enero de 2010
Aynha
«Avanzo con paso decidido y firme. He dejado mucho atrás...todo, aquí, pero también he esperado mucho a que llegase el momento de regresar. Ya no soy lo que fui, antes las estrellas me acogían entre ellas y comentaban el secreto de la eterna juventud, ahora tan solo conservo esta falsa cara tras la cual los años se hacen notar en mis cansados ojos que han perdido gran parte de su color. Mis alas se caen a pedazos por momentos y mis cabellos se tiñen oscuros por tratar de ocultarlos a este mundo extraño que jamás conocerá la belleza de mi querida...»
Aihna, ciudad de calles encantadas. Allá en la lejanía se podría percibir su melodía acompañada de esa luz azul intenso que ha empapado mi cara cada mañana en aquellos días que no consigo recordar...Aihna, oh mi vida, cuánto tiempo ha espirado desde que no percibo el aroma enredado en tus cabellos, hojas que se mecen al viento que seca las lágrimas de los inmensos sauces llorones que guardan tu puerta.
- He visto mundo, he aprendido nuevas lenguas, he buscado aquello que no conocía, he soñado...estoy orgullosa de lo que he hecho, los días que he pasado...-su cara bañada por un haz de juventud revelaba una edad no mayor a la veintena pero sus ojos adivinaban su verdadero ser- he visto cosas que no se pueden ver, cosas inimaginables de este mundo y de muchos otros, pero es ahora cuando siento que de verdad quiero volver...a casa...dime pues qué he de hacer o acabaré consumiéndome como hizo mi hermano...devorándome a mi misma en un mar de desesperación por intentar encontrar el origen de semejante abominación...
- Cuentan que hace eones y eones, en la ruinosa ciudad conocida ahora como Viandme los soles brillaron con el mayor fulgor, que el verde era color sobre color y que el agua corría por su sistema llevando cada gota de sabiduría a sus gentes. No era una ciudad, era un organismo vivo, respiraba y sentía como te siento ahora a ti. La luz era su mayor virtud y la salvaje melodía de flautas y violines tronaba en las noches en las que la luna deshacía su cama y se dejaba acariciar por las estrellas.
Sus habitantes, seres codiciosos con la grandeza que poseían decidieron crear "algo" que protegiese por siempre su dicha de manos de aquellos que intentaban violar el corazón de la grandiosa Aihna, como la llamaban por aquel entonces. Para ello, cegados por la codicia y el deseo, abrieron a su amada en canal y tomaron un pedazo de su corazón a partir del cual os crearon a tí y a tu hermano Ziën. No erais más que dos gotas de sangre azulada cuando nacisteis.
-Ziën...
-Llevados por la envidia lograron corromper a tu hermano llevándole al máximo kaos tras la creación de todos aquellos mundos que has podido conocer durante tu misión. En efecto, tras la desaparición de Ziën entre las sombras, te enviaron en su busca...hasta ahora. Tu marcha y con ello el abandono de la ciudad a manos de la locura hizo lo que ahora puedes ver, sin embargo escritos dicen que tras la extracción del corazón de Aihna se conservó un pedazo que sobró y que se conserva vivo en algún lugar del cosmos, la perdida y resplandeciente ciudad sin nombre...
El resto del alma de la metrópolis ha desaparecido por completo como puedes ver...mi niña -dijo acariciando su frío rostro- ya sabes el principio, ahora parte y trae contigo la continuación, nunca el final pues ni yo se si todo esto terminará algún día...sigue buscando a tu hermano y haz brillar de nuevo aquella a quien tanto amas y cura de odio y oscuridad a todo aquel desdichado ser que se cruce en tu camino y ante todo...
Aydan era jóven y apuesto, de largos cabellos plateados y con un rostro afable y alegre pero la sabiduría reflejada en sus ojos hacía estremecer a cualquiera. Había visto y oido más que nadie en cualquier esquina de este maldito lugar y me había costado la vida dar con él, sin embargo apenas le dejé terminar, ya había salido por la puerta con la sangre coagulada de odio y la chupa en la mano.
-Oh Mother Moon, illuminate my return 'cause the road I took is so obscure...
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