El fuego se reflejaba en sus pupilas encendidas por la ira del que no conoce el perdón de la paciencia. Allí estaba justo en frente, aquella que tantas veces ha cambiado su voz y empañado sus ojos con tal de rellenar un poco más el mar de su orgullo. Traición. Aquella por la que tantas veces había dado la cara ahora le daba la espalda y a la vez atravesaba la espalda de Aile con su podrido mástil.
- ¿Y bien? ¿es que nunca vas a aprender la lección? después de tantas veces...¿tienen que darte de hostias para que bajes de las nubes?
- Pero...yo...si tú puedes hacer lo que quieras! mira aquí por ejemplo te acuerdas...
- ¡Para! deja de hacerte la víctima por
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