Un poco de tinta, un frasco derramado sobre el escritorio y una pluma con la punta doblada que aun intenta volar...un poco de carmín, un pincel rígido teñido de rojo, unos labios agrios...un espejo manchado de pintalabios...
- ¿Cómo te atreves?...
Irrumpió en la habitación como alma que carga al diablo, rompiendo la extraña aura que rodeaba su cuerpo desnudo. Alli estaba...¡creando! creando lo que iba a ser, pintando de color lo que el espejo no tenía capacidad para colorear.
-Ha llegado algo para usted...tiene etiqueta pero no consigo enterder lo que pone, está escrito en un dialecto extraño...
-O que lo ha escrito un mono con el pie no te jo...trae!
Una, dos, tres, cuatro...un ramo!, un ramo para la mano más fría del mundo, un ramo de orquideas blancas...
-¡¿Pero qué...?!...puedes irte...
Marchó tal cual entró en la habitación.
No pudo evitarlo...de sus labios salió algo...una especie de arruga poco marcada, una sonrisa...o algo similar, una sonrisa a medias de ser dulce, a medias de ser amarga...cuando del ramo tomó un capullo escondido entre tanta flor, tanta flor...el capullo se abrió tornándose de un azul claro...no tan claro...un azul oscuro, más oscuro que el azul de sus ojos, que el azul de su piel, que el azul de su alma...
Cogió la etiqueta y tiró el resto del ramo a la papelera ubicada bajo la mesa. Efectivamente, en la etiqueta ponía algo, algo que cualquiera que intentase descifralo acabaría volviendose loco...pero ponía algo...se le daban bien los idiomas, aunque quizás el escrito no podría considerarse siquiera eso...tan solo lo conocía una persona...y ella no era esa persona...aunque sin saber cómo y sin haber visto esas putas letras en su vida sintió lo que ponía, sintió cómo un escalofrío recorria cada rincón insólito de su desnudez...Volvió al espejo, miró su cara, o lo que se veia de su cara entre los manchones de carmín...riendo, llorando...descojonándose, sabía quien había mandado esas flores...y había logrado esa reacción...
- ¿Cómo te atreves?...
Irrumpió en la habitación como alma que carga al diablo, rompiendo la extraña aura que rodeaba su cuerpo desnudo. Alli estaba...¡creando! creando lo que iba a ser, pintando de color lo que el espejo no tenía capacidad para colorear.
-Ha llegado algo para usted...tiene etiqueta pero no consigo enterder lo que pone, está escrito en un dialecto extraño...
-O que lo ha escrito un mono con el pie no te jo...trae!
Una, dos, tres, cuatro...un ramo!, un ramo para la mano más fría del mundo, un ramo de orquideas blancas...
-¡¿Pero qué...?!...puedes irte...
Marchó tal cual entró en la habitación.
No pudo evitarlo...de sus labios salió algo...una especie de arruga poco marcada, una sonrisa...o algo similar, una sonrisa a medias de ser dulce, a medias de ser amarga...cuando del ramo tomó un capullo escondido entre tanta flor, tanta flor...el capullo se abrió tornándose de un azul claro...no tan claro...un azul oscuro, más oscuro que el azul de sus ojos, que el azul de su piel, que el azul de su alma...
Cogió la etiqueta y tiró el resto del ramo a la papelera ubicada bajo la mesa. Efectivamente, en la etiqueta ponía algo, algo que cualquiera que intentase descifralo acabaría volviendose loco...pero ponía algo...se le daban bien los idiomas, aunque quizás el escrito no podría considerarse siquiera eso...tan solo lo conocía una persona...y ella no era esa persona...aunque sin saber cómo y sin haber visto esas putas letras en su vida sintió lo que ponía, sintió cómo un escalofrío recorria cada rincón insólito de su desnudez...Volvió al espejo, miró su cara, o lo que se veia de su cara entre los manchones de carmín...riendo, llorando...descojonándose, sabía quien había mandado esas flores...y había logrado esa reacción...
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