Un camino angosto y húmedo, absolutamente alejado a todo aquello que se conoce como Ire Nesrum o fin nuestro, se enfrentaba ante sus ojos, desafiante, inpenetrable...pero sus ganas de volver a toda costa y para no volver, aunque fuese por el camino peor marcado, superaban cualquier pensamiento de marcha atrás.
La pequeña abertura situada más allá de la localidad o “locuridad” de Downtown, en los ya invisitables acantilados de Arsiense, se tornaba grandiosa ante sus ojos. Había esperado mucho ese momento, había removido tierra, agua y cielo, el de aquí y el de donde ya sabéis. Aydan lo conocía muy bien, se pasaba días, años, milenios sentado en su sillón celeste tocandose las...narices mientras observaba los increíbles procesos que se sucedían en su pequeño terrario.
En efecto, allí estaba dispuesta a comenzar su viaje de vuelta a casa. Sabía que no iba para quedarse, pensaba que jamás iría para quedarse pero le reconfortaba enormemente que le permitiesen beber H2O pura, repirar aire libre de gases tóxicos y montarse unas juergas con sus amigos de siempre un par de veces al año. Solo que esta vez iba por su cuenta, por el camino que sin duda conducía a Ulhä pero sobre el que trataban milenarias leyendas y escritos sobre su difurcación hacia la tierra prometida, Aina, desaparecida bajo las cenizas provocadas por el egoísmo de unos pocos, algunos de ellos ya ejecutados, otros desaparecidos cuyas cabezas serían expuestas cómodamente en la plazoleta del templo de la ciudad algún día.
Ayle sacó un mapa de la mochila, Tsérof tomó el control y lo tiró al acantilado.
¡¿Se puede saber qué coño haces?!
No iba a servir de mucho, lo divertido de este camino es que para llegar no tienes que intentar llegar a ninguna parte.
Se adentró en la mohosa cueva. Olía más a podrido y rancio que aquella pequeña taberna de cierta pequeña aldea que seguro podéis recordar sin problema. Por el suelo corrían hileras de agua que se precipitaban al vacío hacia la luz de la entrada, fue entonces cuando se alegró de haber tomado prestadas las roñosas botas de lluvia de aquel comerciante semiebrio. Se adentró sin temor alguno, aquello le resultaba tan familiar y acojedor que podría haberse acurrucado en cualquier rincón y quedarse dormida. Mucho mejor que en su cama habitual desde luego.
Según iba avanzando el ambiente se notaba más cargado. Gotitas que caían de las estalactitas colocadas caprichosamente golpeaban su cabeza a su paso. Sería muy posible que saliese de allí con un gran cuerno de arena sobresaliendo de su cuero cabelludo.
¡Au! esa era gorda, me van a terminar haciendo un agujero...
Joder qué calor...
...qué hambre...
...y qué cansancio de andar...
Pero si tú no andas nada pedazo de vago
Era una ironía...
Tsérof y sus irontseradas.
Blue y sus gilipolleces.
Chicos, calma que aún queda mucho camino...
Según iban avanzando la presión y el calor se hacían cada vez más insoportables. Llevaban varias horas andando, posiblemente días pero en aquel lugar el espacio-tiempo dejaba de existir para dar paso al casancio y la incertidumbre.
No se si Ayle podrá aguantar mucho más.
¡Dale caña nena!
La cosa no está para bromas Blue. Yo personalmente quiero llegar con un cuerpo, a ser posible en un estado decente en el que poder residir durante la estancia.
Yo personalmente le he cogido ya mucho cariño a este cuerpo...
Tsérof, esas manos.
¡Estrecha! Sniff sniff...
Gilipollas.
¿Pero a éste qué le habéis dado?
Nada, debe ser el estar demasiado tiempo hablando con los árboles...ya sabes lo que dicen...eso de que...
¡Que te estoy oyendo!
Ayle cayó rendida en el suelo. ¿Qué le puedes pedir a un cuerpo humano cuando llevas alimentándolo casi tres días a base de agua caliente y manzanas?
Deberíamos parar a descansar un poco.
Creo que aquí ya se ha tomado la decisión.
¿No me digas?
Bah, Zúrie, pásame una manzana del macuto, por favor.
¿El qué?
No...
Si.
¡JODER! ¿quien ha sido?
Creo que Blue se comió la última hace unas 4 horas, cuando pasábamos por...
No me refería a eso...dios santo, huele a muerto, puag...
¡Ni se te ocurra vomitar ahora!
Es el azufre, debemos estar a kilómetros de la superficie.
¡Arrancadme la nariz!
Tsssssssssssss ¿habéis oido eso?
Oh mierda, no me apetece nada tener que cargarme ahora a una araña gigante, un murciélago gigante o esos bichos asquerosos y gigantes que habitan en las cuevas...
¡Un Golbat salvaje apareció!
No estoy para bromas Blue...
Zúrie no podía evitar reir a carcajada limpia.
¡Zúrie!
Si, si...ay...ya...ay...uf...
Mirad, allí en frente hay un recobeco, hay que ocultar a Ayle si queremos salir por su propio pie.
Rápidamente entre los tres arrastraron a Ayle hasta un pequeño cubículo. Era una pequeña entrada sellada con una puertecita de acero llena de garabatos en algún lenguaje antiguo...o algo así.
Tenemos que llegar como sea...
¡Un Golbat salvaje apareció! XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
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